jueves, 15 de diciembre de 2011

La partida

Dada mi naturaleza meticulosa trataré de llevar el orden cronológico más estricto posible en esto de andar contando las andanzas que este desafío conlleva y, dado que se debe poner un principio al relato, decidí que lo mejor sería contar desde el punto de partida, en la capital del lugar sin nombre (1).-

Lo anterior no quiere decir que no aprecie con mucho cariño las muestras de afecto en las despedidas que me organizaron y los que a ellas concurrieron, pero dado que todos conocen o pueden averiguar por terceros lo que allí ocurrió no interesa mucho que yo lo diga. Tampoco quiero excluir a los que no pudieron ir por distintos motivos, ya sea, por enfermedad, porque explotó un camión, se murieron, fueron abducidos o directamente no me conocían.-

Bobadas aparte les cuento que todo comenzó el domingo temprano a la mañana, a las 7 en punto para ser exactos. Terminé de juntar petates, armé la media valija que me faltaba, me afeité, traté de ordenar todo lo restante lo mejor posible y comencé a juntar basura; a todo esto había acumulado buena cantidad de basura la cual junté en sendas bolsas junto al ascensor. Hecho esto me puse a calcularle el peso a las 3 valijas y el carry on y me di cuenta que es notable como cuando uno va empacando para mudarse lejos (es decir, cuando el flete es capaz de provocar un esguince de bolsillo) uno aprovecha hasta el más mínimo espacio en cada valija ... y así estaban de pesadas las niñas, se podría decir que era mejor llevar un muerto en cada una. En referencia a esto último adjunto pruebas que lo confirman.-





A todo esto ya eran las 9 de la mañana del día de la partida y sólo restaba sacar la basura y bajar el equipaje a la espera de mi hermano que me llevaría al aeropuerto (y cerciorarse de que me fuera, calculo yo). Imaginen un poco la escena ... domingo de mañana, silencio en la calle, última recorrida a una casa vacía y a medio desmantelar, cortar el agua, apagar las luces, cerrar el gas, asegurar ventanas y bajar cortinas, todo bajo la mirada llena de reproche de la casa. Igualmente uno tenía el alma llena de ganas de salir y comenzar con todo de una vez y además ver a mi mujer que no veía hacía mes y medio. Cerré la puerta, llamé el ascensor para sacar la basura y con un suspiro presioné el botón de planta baja ... cuando ... KATANG! Marchó el ascensor! Lo que me dejó con el gesto de la película pelotón y un grito de "NO!" en la garganta.-



Muy bien, no me quedó otra que apechugar, bajar los 9 pisos para sacar la basura y arrimar el carry on hasta abajo, aproveché para avisar que no andaba el ascensor al encargado y con una sonrisa de "que suerte que no me pasa esto a mí" me comunicó que por ser domingo no podían decir si iban a ir enseguida o si se iban a quedar rascándose las pelotas hasta el mediodía. Acordándome de la madre del viejo Otis tiré la basura y comencé a subir acordándome ahora de la madre de Newton, la cual bendecí cuando comencé a bajar los 3 valija/muertos que estaban esperándome en la puerta de casa ... hoy cuando recuerdo la escena me parece recordar que una valija se estaba riendo (la de Pablito por ser más precisos).-

Luego de veinte minutos, un hombro al rojo vivo, infinitas puteadas, varias patadas a las infaltables macetas de pasillo llegué al primer piso a tiempo para que mi hermano y su mujer llegaran a socorrerme y sobre todo a subir las valijas a la camioneta, ya que en ese momento ésa era una tarea de titanes para mí. Como nota de color, al pasar por última vez con la última valija por el portón del edificio veo pasar frente a mí, silbando la canción de Mc Wolf (referencia aquí) y esta vez sin duda, sonriendo el muy hijo de puta.-

Pude descansar en el viaje y más cuando mi hermano se la jugó y metió en el reproductor un poco de Apocalyptica como para descansar un poco el cuerpo y relajar bastante el balero. Luego en el aeropuerto, la obligada foto de despedida con mi hermano, la última persona que vi y la que más me dio para adelante con la decisión tomada. Como verán en la foto no nos podemos quejar de que la madre patria no nos dio de comer en abundancia.-



Una vez hecho el checkin, donde me enteré que las valijas que bajé pesaron 24, 26 y 29 kilitos, hice el pasaje por sello – scanner – detector de metal y me dirigí más pronto que ligero a la sala VIP, ya que para poder viajar con tantas valijas y que no hicieran problemas con el sobrepeso decidimos con mi mujer que yo viajara en clase Business ... y ya que estábamos quise probar como era eso de viajar en forma más exclusiva.-

Una vez en la puerta de la sala, me abrió la puerta desde dentro la recepcionista con cara de "ya dimos" (recuerden mi vestimenta en la foto) y al mostrarle el pasaje se me abrieron las puertas a una salita que uno dice: para qué tanto? Es amplia como para hacer una fiesta, tiene una barra en cada punta y comida y bebidas (incluyendo alcohólicas) a discreción y/o abuso ... y ya que estaba me conecté al wifi mientras desayunaba para ver si había alguien y darme cuenta que era un domingo de mañana (2). Dejo fotos de la sala y una con mi cara en ella como fiel testigo de que anduve por ahí (al mejor estilo "mirá, mamá, mirá").-











Prosiguiendo con el viaje les comento, a modo de consejo, que al menos una vez en la vida se peguen un viaje en la parte buena del avión, no sólo por el abuso de equipaje y la sala, sino porque para todo a uno lo tratan como a un lord inglés por más que uno ande hecho un roñoso. Punto aparte merece la comida, a la que no le saqué fotos, pero es casi que de gourmet el morfe, con entrada, plato y postre ... y ta’ luego de eso, el paso por la cordillera y la bajada al aeropuerto se me terminó el Business, fue lindo mientras duró no lo voy a negar.-

Una pista de que se me había terminado la clase preferencial me la dio Santiago (de Chile) cuando tuve que esperar treinta preciosos minutos para que me sellaran el pasaporte y me dijeran "Bienvenido", a lo que me dieron ganas de responderle que treinta minutos no es la mejor forma de darle la bienvenida a alguien y luego de esto, mientras caminaba hacia el equipaje, un sentimiento extraño se apoderó de mí y me costó tiempo darme cuenta cual era, pero lo resolví cuando estaba haciendo la cola de dos minutos para el scanner ... claro, era vergüenza, propia y dolorosa, vergüenza de haberme acostumbrado a la clase preferencial en dos horas y olvidarme que de donde provengo treinta minutos de espera es el trámite híper veloz ... me dieron ganas de ir a pedirle disculpas al policía de migraciones, pero ya tenía que pasar las valijitas por el scanner y ahí ya comencé a sentir alguna diferencia, ya que había una persona para ayudar a las mujeres embarazadas, ancianas, Stephen Hawking y a los tipos muertos y con cara de desgraciado como yo en ese preciso instante.-

Finalizados los trámites, me pude abrazar al fin con mi adorada mujer, nos subimos a un taxi y nos fuimos a la casa de Noel (persona clave en este emprendimiento y a la cual le estaremos siempre profundamente agradecidos ... mamadereada obligada). Como nota de color, les cuento que en el viaje fui notando algo raro en la cara del taxista y lo miraba de arriba abajo y no podía darme cuenta que era, hasta que noté que efectivamente podía mirarlo de arriba abajo, lo que me hizo darme cuenta que no había una mampara entre el conductor y el pasajero ... gente rara, pensé yo.-

Una vez en la casa de Noel, aunque Santiago (de Chile) ya me había recibido con todo su esplendor de vivir en el año 2011, me deleite un rato con la vista de la casa de Noel y luego me despaché una merecidísima siesta de cinco horitas para luego levantarme, comer y dormir hasta el otro día.-



No mucho más que eso fue el primer día. Trataré, como dije al principio, de hacer ameno el relato y seguir el orden cronológico de los hechos.-

(1) Si, ya lo sé, ya no me encuentro más en un lugar sin nombre, pero podemos suponer o pretender que el nombre del blog refiere a mi origen y no al lugar desde donde escribo.-
(2) La contraseña de la sala VIP del aeropuerto es "johnniewalker".-

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