miércoles, 28 de diciembre de 2011

En la carpintería

Ese jueves, luego de laburar, me disfracé de hombre de la casa y me dirigí en la tarde (evitando tanto a la ida como a la vuelta la hora pico) a la súper ferretería a la que había ido días atrás y compré varias cosas para la casa, herramientas y unas tablas y demás enseres para colocar un par de repisas en los muebles del baño. En eso pasé entretenido toda la tarde y nada más importante pasó ese día aparte de que la vejez cobró una venganza y me atacó con un dolor en el cuello que arrastré varios días.-

Bueno, nada interesante salvo algo que cualquier persona normal en el mundo no hubiera visto, pero desde la aldea donde vengo es algo increíble y muy raro. Tanto que al verlo me puse a llorar desconsoladamente de felicidad y entendimiento. Tanto que no pude más que sentarme en el suelo y mirarlo durante largo rato con ojos de niño y babeándome el pecho. Tanto que le saqué una foto porque seguramente mis coterráneos no me lo creerían:



Creo que sobran las palabras para describir eso y que la gente de la aldea sabrá entender únicamente con la imagen. De más está decir que no duró más de un día la falta de dos baldosas y que están mirando la acera de un país que hace menos de dos años recibió un terremoto que pasó los siete puntos. Si, no existen casi las baldosas flojas o rotas en Providencia … están pasados estos chilenos.-

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